Mi amado Max Graterol

El poder del amor y la Fe para Enfrentar el miedo

ENTRE LO QUE VIVO Y LO QUE APRENDO

11/6/20252 min leer

En el amor no hay punto de quiebre

Son las 2:18 a. m. de un miércoles. Aquí estoy: una vela, un té, mi PC y yo, dejando que las lágrimas corran.

No todo sale como lo planeamos. A veces la vida da golpes muy duros que, paradójicamente, reafirman la fe y la capacidad que tenemos para levantarnos, seguir adelante y ser mejores seres humanos.

Hoy pienso: hace tres días cumplí dos años en España. Mi familia llegó hace cuatro meses, y falta nuestro amado Max. Pronto estará con nosotros, pero por razones de peso no pudimos traerlo desde Colombia. Mientras tanto, damos todo para que venga; eso implica un gran esfuerzo mental, mucha fe, actitud positiva y, sí, muchas lágrimas.

Quien lo cuida lo quiere con el alma, y confío en que está en buenas manos. Aun así, Max debe estar con su familia, con quienes lo aman inmensamente. Escribo a esta hora y entre sollozos porque la vida, como la de todos, a veces se pone cuesta arriba.

El fuego de la vela me recordó que debemos pensar y actuar desde el amor: el amor por lo que hacemos, por quienes lo hacemos y por el porqué de nuestras decisiones. No desde el miedo. Aunque el miedo aparece y a veces es necesario, no es el mejor consejero en momentos de ansiedad.

Lloré, respiré, oré. Miré al cielo buscando la luna; tal vez no la vi, pero sentí una respuesta: serenidad y calma para seguir con lo que tengo ahora y para traer a Max de vuelta a casa como se debe. El amor es la fuente; sin duda, es lo que ha movido el mundo entero.

Gracias, miedo, porque eres quien saca mis mejores ideas, mi mejor actitud y mi mejor cara. Cuando el miedo aparece, se siente enorme, como un hombre grande hecho de piedra. Me veo chiquita frente a él, le hablo, lo enfrento, y algo extraño sucede: comienzo a crecer. Crezco tanto que la imagen se voltea y es el miedo el que ahora se ve pequeño.

Respiro tres veces y llega al cuerpo una sensación que no sé cómo explicar: serenidad, calma y mucho amor. Lo veo con compasión y le agradezco su trabajo en mi vida. Es una experiencia lúcida y real que cada vez que la vivo me recuerda a la anterior; es mi manera de enfrentar lo que yo misma he creado.

Mi historia con Max aún tiene muchos capítulos por delante. Es un perrito muy amado por toda mi familia. Escribo de él porque es justo y necesario que sepan que, si tú también tienes una mascota y aún no te has reunido con ella, lo vas a lograr. Enfrenta el miedo, mira con atención: las respuestas y soluciones se presentarán junto a ti.

Escríbeme tu historia con tu mascota. “Te leo”